Para mí la vida es una gran
banda sonora. Siempre hay una canción o sonido que me recuerda a algo. Todas
las mañanas amanezco con una canción metida en cabeza que no paro de tararear
el resto de la jornada, algunas veces esto es una suerte pues puedo estar todo
el día recordando a U2 o Amaral o cualquier otro grupo que me gusta, pero como
yo no elijo la banda sonora puedo
empezar el día con Camela o Georgie
Dann y como comprenderéis es un autentico calvario.
Bueno
pues con los sonidos de la naturaleza también me ocurre lo mismo. Hay sonidos
que siempre me recordaran algo del pasado. El quejido de un bando de alcaravanes
o el trompeteo de las grullas me evocan a tarde frías de finales de otoño. El parejo
y monótono canto del autillo me
recordara siempre a mi cuarto de mi antigua casa, cuando por las noches de
verano imaginaba multitud de seres asombrosos que me llamaban y miedoso que era
uno, me acurrucaba entre las sabanas y
sudaba como un pollo.
De
la misma manera el buitrón, el pájaro que se queda sin pilas, pues cuando vuela
parece caerse del cielo, me ha atraído siempre. De pequeño cuando iba al campo
y sacaba la cabeza por la ventanilla del Dyane 6 me quedaba observando su vuelo
irregular y cada vez que piaba parecía recobrar
la vida y el aleteo.
Os dejo esta acuarela de este pequeño infatigable que tiene nombre
de gigante.
Écija, 11 de septiembre de 2015
Pablo Reina
Acuarela y lápiz color 20x30 cm |
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