Esta pequeña curruca, a la que le gustan zonas abiertas con abundante matorral, no la había observado nunca en la Ballestera. De costumbres muy vivas, entró al arbusto donde fotografiaba varias veces, mezclándose con los mosquiteros y con sus primas la curruca cabecinegra y la capirotada. Me encontraba dentro del coche y su curiosidad la llevó varias veces a posarse, mirando muy atenta, la extraña red que cubría mi coche.
Este dibujo está realizado en acuarela, lápices acuarelables y lápices policromos sobre papel de acuarela.
Écija, 30 de noviembre de 2011
Pablo Reina
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