Últimamente mi cabeza anda un
poco desajustada. Sera el otoño, tan melancólico, todos los años me pilla por
sorpresa, hasta que no llega el frío invierno me paso deambulando de un sito a
otro sin centrarme, sin saber que hacer, queriendo plantear mil ideas de las
que muy pocas llevo a cabo. Pero el muy cabrón me tiene atrapado. Es la estación
que mas me gusta, caen las primeras lluvias y los campos empiezan a oler
distinto. Las lagunas se llenan de graznidos, los colirrojos tizones vuelan
inquietos de aquí para allá, se parecen a mí, los petirrojos cantan escondidos
y los zorzales pasan sobre nuestras cabezas emitiendo esa nota aguda que me
hace mirar al cielo. El trompeteo de las grullas inundan las dehesas. Las tarde
se acortan y las mañanas se alargan. Los arboles se desnudan mostrándonos
sus mas íntimos secretos.
Y diréis,
¿que tiene ver todo esto con el ánade real? nada, absolutamente nada. Pero como
os digo, no estoy centrado y mis ideas van dando salto como si de una atracción
de feria se tratara.
Este
es uno de los dibujos que estoy realizando para un cuaderno de campo que le he
prometido a mi hijo Jaime.
Es un
dibujo realizado en acuarela y lápiz color policromo sobre papel de acuarela.
Espero
que os guste y mientras la vida se ralentiza y en las calles las gentes encogen
los hombros enfundados en sus abrigos mientras el aire se nubla de humo
perfumado a castañas, yo intentare centrarme y dejar de dar meneos a mis ideas.
Écija, 31 de octubre de 2011
Pablo Reina.
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