Cerca de mi
casa hay una plaza, donde las voces de los niños que en ella juegan y el
murmullo de las personas que descansan en sus bancos alrededor de una
de las fuentes más bonitas que hay en mi ciudad, se mezclan con el incesante
canto de un pájaro encerrado en un jaulón colgado en una ventana. Una y otra
vez lanza al aire su copla, algunas veces monótona, otras con una gama tonal
que asombra. Unas veces parece un gorrión el que está encerrado, otras un
estornino. La gente pasan y asombrados se paran a escucharlo. Él, una y otra
vez, como si al cantar pudiera romper los barrotes que le impiden volar alto y entonar
a los cuatro vientos sus penas, nos deleita con sus trinos. No es un pájaro de
jaula, no ha nacido en ella. Es una calandria o como se les apoda por Andalucía,
londro. En primavera, en los llanos de la campiña ecijana, se les ve, mejor
dicho, se les escucha en el cielo gorjeando sin cesar. Muchos los confunde con
la grácil alondra, pero este pájaro es mucho más robusto que ella y para mí, más
nuestro.
Una mañana fría, el londro canto tan fuerte que
la jaula que lo encerraba se hizo añicos, y sin dejar de cantar voló muy alto y en el vasto cielo volvió a ser calandria.
Écija, 9 de marzo de 2014
Pablo Reina
Great post. I will be facing some of these issues as well..
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