La arena fina entre mis manos
se desliza suavemente. Soy un gran reloj de arena que no quiere dejar escapar
el tiempo. Me quedaría allí, para siempre, paseando por sus playas desiertas y
saboreando el gusto salado del aire cuando me salpican las olas que asaltan la playa.
Al fondo, un poblado pequeño de
casas que alguna vez fueron blancas parece no formar parte del paisaje. No
queda nadie, hace años que en su puerto no atraca ninguna barca y en sus
balcones no luce ninguna flor.
Acuarela 20x15 |
Pablo Reina
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