martes, 5 de abril de 2011

Espia de la vida natural

Lo observo todo en el campo. Me encanta pararme debajo de un árbol y quedarme quieto mientras lo observo todo. Creo que es la mejor forma de entender la naturaleza. Sin prisas. Aunque, la verdad, no siempre lo consigo. Es complicado no ir con prisas, muy complicado. Hace unos años lo conseguía, me iba al campo y me podía perder durante horas y cuando me preguntaban qué había hecho, contestaba que nada. Y era verdad, solo observaba y de esta forma conseguía ver a una comadreja andurrear delante de mí u observar a los jilgueros mientras pacientemente comían las semillas de un cardo.

 El sábado pasado, en compañía de Miguel, espiamos desde el coche a una hembra de curruca cabecinegra y recordé de nuevo aquellos días en que uno no tenía prisas. Estuvimos al menos diez minutos viendo a la curruca volar, mirarnos, chillar hasta que llegó su pareja y parece que la tranquilizó. Esos momentos son mágicos para mí. No pretendo ver una especie poco común, prefiero pasar desapercibido hasta convertirme en un espía de la vida natural.


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